Las capas de la amistad… y sus heroicidades
¿Qué esperamos de la amistad?
“La amistad no tiene valor de supervivencia, sino más bien es una de las cosas que da valor a la supervivencia” Clive Staples Lewis
Nacemos solos, sobrevivimos solos, morimos solos. Hay caminos que son muy solitarios como el de “la propia vida”; esa experiencia interior que solo tiene uno mismo dentro de su piel. Pero también por nuestra evolución a seres sociales, entablamos relaciones con las que aligerar cargas, sumar alegrías y ver como relativa esta soledad interior.
¿Qué buscamos de la amistad? ¿Qué quiere decir este concepto? ¿Qué esperamos de ella?
Con las redes sociales, se cuentan en centenares los amigos; en aplicaciones móviles, por decenas los grupos, los chats abiertos, los comentarios inmediatos, las conexiones… ¿Es verdaderamente social? ¿Nutrimos o tapamos soledades?
Me atrevo a diseccionar la amistad, a dibujar para vosotros un punto de vista (y es solo uno de tantos).
En esto de las personas y nuestra relación con ellas, podemos entender que son o no nuestros amigos en función del motivo que encontremos para vincularnos y mantener el vínculo:
Están las amistades de actividades, las de personas o grupos que comparten un hobbie, una acción… Nos sabemos amigos porque compartimos un reto y nos ponemos, a la vez, en acción.
Las amistades de la emoción son las que, no compartiendo una actividad concreta en un sitio concreto, existe un vínculo afectivo y conversaciones personales que dan soporte, clima cálido y cariño en los momentos en los que necesitamos ese aporte de emoción…
También son interesantes las amistades de pensamiento. No es necesario hacer, tampoco siquiera tener una relación personal o conocer las respectivas vidas íntimas, pero sí la unión se produce con una conversación, compartiendo pensamientos y puntos de vista por el hecho de aprender con el otro…
Otra bella amistad es la que se une para crear algo mejor. Cuando un sentido común conduce a movilizarse juntos…
Como vemos, puede haber motivos diferentes y todas ellas, llamarlas amistad. Pero también, en estas clasificaciones, entran en conflicto lo que espera una parte de la otra y de dónde nacen las decepciones entre personas. ¿Por qué no soy amigo de tal o cual persona? ¿Qué espero yo para vincularme y qué espera el otro? ¿Coincide?
Conviene comprender desde el principio que, tal y como nos hayamos desarrollado cada uno desde pequeños, configuramos un interés vital concreto, una forma también particular de vincularnos a otras personas. Conociendo simplemente estas preferencias, fortaleceríamos y nos enriqueceríamos verdaderamente con otros y también entenderíamos los principales puntos de desencuentro y fragilidad con las personas.
No tomaríamos como algo personal que la otra persona no responda a las expectativas propias, ni tampoco juzgaríamos por preferir hablar que bailar, o navegar en piragua en lugar de tener conversaciones telefónicas diarias… La belleza de los amigos es que acompañan y somos junto a ellos.
Es ser fiel, en toda nuestra capacidad con el otro, en:
- Observar los valores y conocer qué quiere la otra persona: recordarle estos puntos vitales cuando lo necesita y que nuestras acciones le favorezcan en eso que quiere.
- Tolerar la diversidad: el juicio, la creencia, las etiquetas, vienen cuando caemos en la comparación en lugar de en la suma. Una propuesta genial para esto, es sentir la amistad. Vivirla como experiencia y aprovechar el contacto, el disfrute, el apoyo emocional.
- Motivar al otro o motivarse conjuntamente argumentando lo valioso que nos une. Mantener la visión de esa amistad, a dónde nos lleva. Cómo gana el futuro juntos, qué posibilidades tiene el horizonte.
- Permitir que las relaciones siempre sean equitativas. La amistad no conoce de jerarquías, en lo personal nuestro ejercicio amistoso es acompañar a la otra persona en su propia vida, en su liderazgo.
Si dejáramos a un lado el ego, las expectativas y las “razones” sería un mundo donde los valores se relacionarían, donde las diferencias sumarían, donde los caminos hacia el futuro fueran ricos… ¡Si nos conociéramos en nuestras diferencias y tuviéramos la confianza de mostrarnos como somos! Erradicaríamos la necesidad de gustar y ser aceptados. Seríamos auténticos.
Aprendamos a observar los puntos fuertes de cada uno, comuniquemos el nuestro y tendamos puentes en las diferencias. Seamos juntos.
Que esta semana tú seas el regalo de tus amistades.
Paloma Mesonero-Romanos
Próximas actividades, cursos y másters del Instituto Hune
Aplicación de la teoría de los temperamentos
Conoce cómo somos las personas y cuánto puede servirte para tus relaciones
Próximamente…
Encuentra tu confianza para relacionarte y comunicar quien eres, tu mensaje.
Próximamente…
Campamento y actividades de verano para jóvenes
Acompaña a tus hijos a que creen amistades auténticas. A que compartan sus fortalezas.
Próximamente…
Comunicación no Verbal, Inteligencia Emocional, Coaching…
Próximamente…