El primer pilar de la autoestima en el niño: Yo puedo
“Trata a los demás como si fueran lo que deberían ser y les ayudarás a convertirse en lo que son capaces de ser”. Goethe
El reconocimiento de uno mismo
El primer pilar de la autoestima, en el adulto y en el niño, es el reconocimiento de uno mismo. La mirada que una vez nuestros padres depositaron en nosotros, marca -en cierta medida- la capacidad para ver dentro de uno los valores esenciales de quiénes somos.
El reconocimiento surge desde esa primera mirada, profunda e inconsciente, de los padres hacia su hijo. Reconocer al otro significa poder ver, observar, descubrir lo mejor que hay dentro de sí. Un niño que es reconocido podrá identificar rápidamente sus fortalezas y mostrarse ante los demás como alguien valioso. Un niño que no se ha sentido reconocido, tendrá grandes dificultades para valorar sus capacidades y necesitará compararse y/o competir para validarse a sí mismo.
El amor a uno mismo nace primero de la mirada de nuestros padres en nosotros.
Se podrían valorar aspectos como los siguientes en terapia, en un primer momento, cuando la familia acude porque su hijo presenta baja autoestima : ¿era un hijo deseado? ¿su nacimiento suponía un problema para la pareja? ¿se aceptó su físico los primeros meses de vida, se acepta ahora? ¿se le mira dentro del sistema familiar como a uno más o se le compara con otro u otros hermanos? ¿tiene su propio espacio en su casa? ¿cuando llora o tiene rabietas se le atiende?, ¿se le mira cuando habla? ¿se le permite explorar por sí solo o sola su entorno?, etc.
Maduración del cerebro reptil
Hasta los 4 años, principalmente, el desarrollo físico será el nivel de maduración más importante en el niño. En esta etapa debe adquirir confianza en sí mismo desde su capacidad para sobrevivir, defenderse, proteger su espacio, fortalecer su físico y encontrar fuera unos límites que le sepan proteger.
El niño aprenderá rápidamente a través de su cuerpo y será éste, y el papel que desarrollen sus padres, lo que le lleve a sentir mayor confianza en sí mismo. Los padres, educadores, debemos acompañar al niño sin entorpecer en sus movimientos como vimos en el post #5 El cuerpo hace al niño.
Durante esta etapa, debemos dejar que el niño experimente a través de sus sentidos y que desarrolle una gran confianza en su poder físico. Cualquier pequeño reto debemos verlo como una oportunidad para que nuestro hijo pueda enfrentarlo y salga victorioso. Ojo que no se trata de ponerle las cosas fáciles para que aumente su confianza al conseguirlas; consiste en echarse a un lado y observar cómo PUEDE sin ayuda de nadie. Podemos entrenar nuestra confianza permaneciendo en un segundo plano, por ejemplo, en el parque: ¿podrías observarle sin intervenir? ¿podrías dejar que se cayera y se levantara solo/a? ¿podrías dejar un tiempo para que se defendiera en vez de acudir inmediatamente a su auxilio?, etc.
El autoconcepto
El conocimiento que tenemos de nosotros mismos es la base para crecer en cualquier área de nuestra vida. Desde que nacemos este conocimiento proviene en primer lugar de la relación que establecemos con nuestro cuerpo. El cuerpo es el vehículo para expresar lo que somos.
La autonomía, la independencia, la capacidad para defendernos, etc. proviene de la parte más física de nosotros. En la medida que los padres potenciamos estos aspectos, desde los hábitos (higiene, alimentación, sueño, ejercicio físico, etc.) y el ejercicio de la voluntad, el niño podrá construir este primer pilar de autoconcepto con éxito.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a construir un sólido Yo puedo?
- Aprendiendo a gestionar el miedo. Un padre que duda de sí mismo, que desconfía de su capacidad, inevitablemente pondrá frenos a su hijo/a.
- Dejando que exploren el entorno físico. Permanecer en un segundo plano y mostrar (sentir) confianza en ellos y en lo que les rodea.
- Permitiendo que resuelvan las dificultades por sí mismos y aprendan a tolerar la frustración.
- Estableciendo rutinas claras de higiene, sueño y comida.
- Construyendo un espacio seguro y propio para el niño en la casa.
- Aprendiendo a establecer límites desde el primer año de vida del niño.
- Cuidando su alimentación. Evitando que consuma azúcares, sal, comida procesada, harinas blancas, etc.
- Trabajando nuestra propia autoridad, nuestro Yo puedo. ¿Es sólido? ¿Siento poder en mi físico? ¿Soy capaz de afrontar con autodeterminación mis objetivos? ¿Cuido mi alimentación? ¿Soy independiente económicamente?
- Trabajando la competencia práctica, que ya veremos más adelante.
Recursos que os recomendamos:
Etapas evolutivas de 0 a 4 años [ Vídeo Joaquina Fernández ]
El cerebro del niño explicado a los padres de Álvaro Bilbao.
Os deseamos un feliz día!
Noelia Estévez
Te esperamos en el I Taller de Laboratorio Educativo